El tema del que voy a escribir hoy duele. El suicidio, eso de lo que se habla tan poco a nivel mediático pero que nos encontramos con demasiada frecuencia en nuestro día a día. Tengo 31 años y me he topado con conocidos, o conocidos de conocidos, que le han puesto fin a su vida, de diversas formas y por diferentes motivos. Yo misma he presenciado intentos de suicidio. Yo misma he pensado en el suicidio.

El suicidio, tal y como yo lo veo, es terminar con aquello que nos causa dolor. En muchos casos creo (creo) que una persona que se mata a sí misma lo hace no porque no desee seguir viviendo, sino porque la vida se ha convertido en un sufrimiento infame del que sólo queda una escapatoria: la muerte. Para una mente con ideación suicida, la muerte puede dar miedo, pero también ofrece consuelo y alivio. Que exista la muerte es la garantía de que por mal que vaya todo, por mucho que duela, por insoportable que sea existir, hay un final para todo. Es mi forma íntima y personal de interpretar la ideación suicida.

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No sé si todes sabréis que el índice de suicidio es bastante más elevado en la población autista que en la alista (no autista). Podéis pinchar aquí y aquí para comprobarlo. Para las madres, padres, cuidadores y tutores de personas en el espectro autista esta noticia debe resultar muy dura. Imaginad para nosotres.

Cuando descubrí mi autismo (o cuando al fin le puse nombre) y leí sobre estas estadísticas sentí varias cosas, difíciles de expresar: alivio por saber que lo que pasaba por mi cabeza era común entre mi comunidad, miedo por pensar que la espada de Damocles pende sobre mi cabeza, y que penderá allí siga los pasos que siga. Miedo y alivio por si un día deja de pender y cae sobre mí. Es complicado.

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¿Por qué la gente autista se suicida en mayor frecuencia que la neurotípica y la alista?

No sé si a alguien, además de a nosotres les autistas, les importa indagar en esta pregunta. A veces pienso que no. A veces veo que sí, que hay pequeños islotes en el mar embravecido que es la vida dispuestos a recoger nuestros cuerpos exhaustos. Pero no basta con eso, no es suficiente, no mientras mis compañeres autistas se sigan quitando la vida por cosas tan injustas como:

  • Que se les niegue el amor por no demostrarlo como lo demuestran les alistas.
  • Que se les niegue la madurez mediante la infantilización constante por no jugar al juego de la malicia neurotípica.
  • Que se les niegue estudiar por no usar las mismas técnicas que el resto.
  • Que se les nieguen sus intereses especiales por considerarlos obsesivos.
  • Que se les niegue el derecho a expresarse de la forma en que más cómodes se sientan, aunque no sea el sistema habitual neurotípico.
  • Que no se les escuche porque (casi) nadie se toma la molestia de aprender su idioma.
  • Que se les niegue su sensibilidad, hiper o hipo, y tratarles sin tener esto en cuenta.
  • Que se les humille, acose, denigre, insulte, castigue, golpee y torturen por no ser normales.
  • Que se les niegue el trabajo por no ser tan productives, sociales o encantadores como les alistas.
  • Que la mayoría estén condenades a la precariedad económica, con todo lo que ello implica en un sistema consumista y capitalista.
  • Que se les niegue la vida, nuestra vida, tratando de imponernos un estilo de vida que ni deseamos ni nos hace felices.
  • Que se nieguen sus voces, obviándolas, silenciándolas, para que se escuchen las voces de la gente experta en autismo, la que ha estudiado, las que nos han tratado de «curar», aunque sean NT.
  • Que incluso nuestra presencia sea ignorada, como si no existiéramos, como si fuéramos fantasmas o seres carentes de emoción. Esto lo digo por la cantidad de gente que habla sobre nosotres, delante de nosotres, como si no pudiéramos oírles o entenderles, a pesar de que muchas veces no seamos capaces de hablar o mirar a los ojos.
  • Y seguro que me dejo más, muchísimas más.

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Es posible que ni siquiera tras un cambio radical en el mundo, uno en el que la gente celebrara y amara la diversidad humana en todas sus formas, y las considerara relevantes y valiosas, les autistas dejáramos de suicidarnos en mayor medida que la gente alista. Nuestra sensibilidad y nuestra cognición puede que nos hagan proclives a ello. Sin embargo, apostaría una de mis manos a que en un mundo así, la población autista no se suicidaría en la medida en la que se está suicidando actualmente, ni se acercaría a las cifras actuales.

Si estáis de acuerdo conmigo en el que en un mundo así les autistas nos suicidaríamos menos, incluso la población en general se suicidaría menos, ¿no es hora de mover el culo para empezar a construir ya ese tipo de mundo? Yo lo estoy intentando, trato de cambiar mi mentalidad día a día para ser el tipo de persona digna de vivir en la utopía que me he imaginado. Si todes hiciéramos lo mismo, bueno, no creo que el resultado fuera a ser perfecto pero desde luego me gustaría verlo, y me gustaría vivir lo suficiente para vivir en ese mundo.

Lo intento, pero no siempre lo consigo, y a veces la espada de Damocles roza mi cabello, la piel de mi cráneo, y siento el aire que se remueve con su movimiento oscilante. A veces el suicidio también cruza por mi mente con promesas de consuelo y descanso. A veces me hago daño y puede que un día me haga tanto daño que mi cuerpo no lo resista.

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Por favor, necesito vuestra ayuda para que el mundo cambie y sea un lugar más amable donde existir, para mí, para les autistas, les loques, les diferentes, para todes. Me gustaría llegar a vivir en ese mundo, de verdad que sí.

Nota personal: Esta entrada ha sido muy difícil de escribir y no sé si tendré el valor de publicarla ya que confieso cosas que nadie de mi entorno sabe y que, al publicarla, descubrirán. Estoy aterrada, no quiero recibir más incomprensión, pero tampoco quiero caminar sola este sendero. Estoy cansada. Quiero vivir.

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