Sé que el tema de la sexualidad en las personas con diversidad funcional y neurodivergentes ha sido y es un asunto bastante tabú, aunque en mi opinión (y sé que la de bastante gente) debería dejar de serlo. No soy la primera que trata el tema ni la que mejor lo hace pero quería contribuir con mi granito de arena.

Mi experiencia personal es la de una niña, una chica, una mujer, que se sabía diferente pero que no conocía su condición y, por tanto, no conocía sus vulnerabilidades ni sus fortalezas, ni las herramientas más adecuadas para desenvolverse en el mundo. En mi experiencia sexual esto ha sido exactamente igual.

Mi perfil es el de una aspergirl hipersensible, esto significa que soy extremadamente sensible a la luz, los sonidos, las texturas, los olores, el movimiento, etc. Esta sensibilidad puede ser más aguda o más apagada dependiendo del momento y de ciertas circunstancias (cansancio, sueño, hambre, estado anímico, contexto social, etc). Para mí las relaciones sexuales suelen ser experiencias abrumadoras, tanto para bien como para mal.

Desde niña me di cuenta de mi gran apetito erótico aunque era un deseo más mental que una necesidad física. Yo soy de esas personas autistas que tienen ciertos reparos con el contacto físico hacia otras personas (supongo que en parte debido a mi hipersensibilidad). Un roce puede dolerme como si me rascaran con una lija. También puede proporcionarme un placer inigualable. Es difícil manejar esta intensidad y mucho más difícil compartirla con otres.

Tal vez en otra entrada me centre en el carácter social de la sexualidad (y será una entrada divertida porque no he podido ser más incorrecta y vehemente con mis parejas sexuales, la verdad) pero en esta he decidido centrarme en el aspecto de la vulnerabilidad, tanto por mi sensibilidad exacerbada como por mi ingenuidad.

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El no tener un diagnóstico (ni siquiera un auto-diagnóstico) aporta la ligera ventaja de que la sociedad y sus integrantes no te consideran una persona discapacitada, pero eso no impide que sus miembros más desalmados no se den cuenta enseguida de que eres una presa fácil. Por poner mi ejemplo particular (y sabiendo que por desgracia no es el único ni resulta anecdótico), con 17 años me enamoré de un hombre de 27 y mantuvimos una relación de pareja durante nueve largos y penosos años. Con él experimenté mi primer coito, algo totalmente premeditado por mi parte. No me supuso un trauma ni nada parecido pero ojalá hubiera quedado así, ojalá eso hubiera sido todo. Ojalá alguien me hubiera explicado hasta la saciedad que mi carácter obsesivo hace que me enganche con suma facilidad a algo que yo consideraba amor pero que lejos era de serlo. Ojalá también hubiera sido consciente de que la sociedad neurotípica en general, y algunos individuos en particular, no son tan honestos como yo y que a veces son deliberadamente engañosos. Ojalá hubiera puesto en duda cada una de sus palabras. Ojalá hubiera hecho caso a mi instinto, a mi hipersensibilidad, pues cuando sus caricias empezaron a dolerme y resultarme desagradables debería haber huido. Les aspies somos más propenses a sufrir abusos pues es muy fácil engañarnos; una educación sexual honesta y temprana podría ayudar a disminuir el número de este tipo de abusos. Si algo he descubierto es que si nos enseñan (o aprendemos por nuestra cuenta) a defendernos, somos capaces de hacerlo, con uñas y dientes si hace falta.

Por otra parte, mis experiencias sexuales no han sido en su mayoría nefastas. Cuando el respeto y el entendimiento hacia mi forma de ser y sentir están presentes, la sexualidad se convierte en algo sublime y maravilloso. A esto es lo que debería aspirar la sociedad para cada una de las personas que la conformamos.